El pasado mes de febrero viajé con dos compañeros a Buenos Aires con la misión de prospectar la ciudad como sede de nuestra consultora en Sudamérica. Llevábamos una agenda apretada, por lo que cada detalle se debía gestionar a la perfección. Afortunadamente, desde el momento de nuestra llegada, nuestro chofer Matías se encargó de que todo funcionara como debía. Su vehículo era cómodo y espacioso, y nos proporcionó una oficina móvil desde donde revisar nuestras notas y prepararnos para cada reunión.
Hubo dos momentos que agradeceré especialmente a Matías: en primer lugar, el día de nuestra llegada, nos sugirió un fantástico restaurante para cenar, «Don Julio», donde degustamos el mejor bistec argentino que he probado hasta la fecha.
Pero lo que marcó la diferencia ocurrió el segundo día. Mi colega Kirk olvidó en el hotel unos importantes documentos, necesarios para una reunión que teníamos más tarde ese mismo día. Sin dudarlo, Matías se puso manos a la obra y se ofreció a recogerlos. Kirk llamó primero a la recepción para asegurarse de que los documentos estuvieran preparados para Matías cuando llegara al hotel.
Son solo dos ejemplos, pero hubo muchos más. Al final de nuestro viaje, gracias a nuestras intensas jornadas de trabajo, a una semana muy bien planificada, pero sin duda gracias también al apoyo proactivo y eficiente de Matías, logramos nuestro objetivo. Lo que hicimos durante esos días nos permitió abrir una oficina en Sudamérica en solo tres meses, un resultado que no podríamos haber logrado sin nuestro chofer gestionando cada detalle.
«Los viajes de empresa requieren precisión y fiabilidad. Siempre me aseguro de que mis clientes tengan todo lo que necesitan, para que así puedan centrarse por completo en sus objetivos».