El mes pasado, viajé en el jet privado de mi empresa junto a mi esposa desde Monterrey a Toluca, para asistir a un evento de la alta sociedad en el Jardín Botánico Cosmovitral. Antes de partir, pedí a nuestro piloto, Miguel, que organizara el transporte a nuestra llegada. Al aterrizar, ya nos esperaba nuestro chofer Víctor, impecablemente vestido junto a un coche nuevo y elegante.
Víctor destacaba por su educación y profesionalidad. Durante el evento en el Jardín Botánico, donde tuvimos la oportunidad de reencontrarnos con viejos amigos y socios comerciales, permaneció siempre cerca, atento, pero con discreción, listo para asistir si fuera necesario.
Al terminar el acto, Víctor nos condujo a Amaranta, un excepcional restaurante en el que había reservado mesa para nosotros. Durante el trayecto, mi esposa se dio cuenta de que había olvidado su cargador de iPhone en Monterrey. Sin dudarlo, y para nuestra sorpresa, Víctor le ofreció uno, explicando que siempre lleva cargadores de todo tipo en su vehículo para cubrir cualquier eventualidad.
Tras disfrutar de una cena exquisita, Víctor nos llevó al Hotel Suite Inn La Muralla. Cuando mi esposa quiso devolverle el cargador, él insistió amablemente en que lo conservara por si lo necesitaba durante el resto de nuestra estancia. Este gesto dejó claro que Víctor pensaba en todo momento en garantizar nuestra comodidad.
A la mañana siguiente, tras un agradable desayuno, Víctor nos llevó de vuelta al aeropuerto. Al llegar al jet, Miguel y el resto de la tripulación ya nos esperaban para el vuelo de regreso. Antes de despedirse, y en un nuevo gesto amable por su parte, Víctor nos deseó un vuelo placentero hasta casa.
«Mi objetivo principal es atender perfectamente a mis pasajeros, anticipándome a sus necesidades para que puedan disfrutar de su estancia en la ciudad».