Cuando llegué a Monterrey para asistir a una representación de ópera en el renombrado Teatro de la Ciudad, me recibió en el aeropuerto mi chofer Jaime Alonso. Fue muy educado y respetuoso, algo que siempre aprecio cuando viajo. La tarde ya estaba muy avanzada, por lo que nos dirigimos directos al hotel para que pudiera descansar.
A la mañana siguiente, Jaime Alonso llegó como estaba previsto para llevarme al Teatro de la Ciudad, donde me esperaba un día completo de ensayos. Al comprender las exigencias de mi labor, se mostró dispuesto a ayudarme en lo que necesitara para que todo saliera a la perfección. Cuando solicité un humidificador en el escenario que me permitiera mantener la voz en plena forma, Jaime Alonso localizó rápidamente uno y lo trajo hasta el teatro, demostrando así su gran dedicación y atención al detalle.
El domingo, día de mi actuación, todo encajó a la perfección. El Teatro de la Ciudad se llenó de un público agradecido, y la velada concluyó con un aplauso inolvidable que duró más de ocho minutos. Después del espectáculo, me sentí cansada pero entusiasmada, y regresé al hotel, agradecida por una noche espléndida y satisfactoria.
A la mañana siguiente, Jaime Alonso me acompañó de nuevo al aeropuerto. Su amabilidad y profesionalidad al ocuparse de toda la logística y de mis necesidades personales habían enriquecido mi estancia en Monterrey, convirtiéndola en algo para recordar.
«Para los viajeros VIP, cada detalle importa. Siempre me focalizo en apoyar al pasajero para que pueda aprovechar al máximo su estancia en la ciudad».