Tuve que volar de Estados Unidos a Francia para asistir a un congreso en Cannes. Mi asiento en primera clase me ofrecía el máximo confort y hacía más llevadero el largo viaje, pero durante una breve escala en París, y a pesar de tener todo cuidadosamente planificado, topé con un pequeño inconveniente: mi equipaje no viajó conmigo hasta Niza. Al aterrizar me informaron de que mi maleta seguía en París, perfectamente localizada e identificada, pero no llegaría a destino hasta varias horas después.
Mientras pensaba en qué hacer a continuación me encontré con Pierre, mi chofer. Me apetecía empezar a explorar Cannes en vez de esperar en el aeropuerto a que llegara mi maleta. Entonces Pierre me ofreció la solución perfecta. Con voz serena y tranquila me dijo que no me preocupara, y sugirió que nos dirigiéramos directamente a mi hotel, el emblemático Hotel Martinez en el Boulevard de la Croisette. Tras dejarme en Cannes, él se encargaría personalmente de volver al aeropuerto de Niza para recoger mi equipaje.

Agradecido por su iniciativa, me instalé en su amplio Mercedes Clase S. Pude disfrutar de un tranquilo traslado hasta Cannes y, después de registrarme en el Hotel Martinez, di un agradable paseo por la playa, disfrutando del paisaje vespertino.
Cuando regresé al hotel me encontré de nuevo con Pierre. Acababa de dejar mi equipaje en la recepción, con instrucciones para que un botones lo subiera a mi habitación. Su dedicación y actitud proactiva me habían permitido relajarme y descubrir Cannes desde el momento de mi llegada, lo que le agradecí de corazón. Él me deseó una agradable estancia, y me prometió que estaría allí para mi traslado de regreso al aeropuerto al cabo de tres días, una vez finalizado el congreso.

«Es muy importante garantizar la tranquilidad de los pasajeros. Ocuparse de sus necesidades con prontitud, permitiéndoles disfrutar sin preocupaciones del viaje».