Acompañé a mi director general, Pierre, en un viaje de negocios a Ciudad de México, sintiendo cierta inquietud. Mientras que yo hablaba español con fluidez, él solo hablaba inglés y francés, y yo únicamente podía quedarme con él los tres primeros días antes de regresar a París. Pierre permanecería en México el resto de la semana, y sus elevadas exigencias en todo lo que hacía me dejaban preocupada por cómo se desarrollarían las cosas una vez que me marchara.
A nuestra llegada al aeropuerto, nos recibió nuestro chofer Cesar, cuyo porte elegante y maneras profesionales causaron una muy buena impresión desde el momento en que nos encontramos. Pierre asintió con aprobación al ver el coche impecablemente cuidado, satisfecho por el alto nivel del servicio.
Fue un alivio descubrir que Cesar hablaba a la perfección francés e inglés, además de español. Con su presencia discreta y buenos modales demostraba que sabía cómo atender a personas de alto standing. Enseguida me di cuenta de que Pierre se sentía a gusto con él.
Una vez de regreso en Europa, Pierre no paró de elogiar a Cesar, comentando lo inestimable que había resultado su apoyo durante toda su estancia en Ciudad de México. Incluso me pidió que me asegurara de que él fuera nuestro chofer en todos los futuros viajes de negocios a la ciudad.
Respiré aliviada al saber que, para nuestros próximos desplazamientos a México, podríamos viajar tranquilos gracias a la notable fiabilidad y profesionalidad de Cesar.
«Como chófer, mi función no es sólo conducir, sino anticiparme a las necesidades y ofrecer una experiencia discreta pero única. Siempre me aseguro de que el viaje de mis pasajeros sea tranquilo y sin preocupaciones».