Llevábamos todo el año esperando nuestras vacaciones en Suiza y, a medida que se acercaba el momento, anticipábamos momentos encantadores y recuerdos entrañables. Con mi marido, mis tres hijos y mis padres, aterrizamos en Ginebra y nos recibió Omer, quien iba a ser nuestro chofer durante toda nuestra estancia.
Al llegar, me sentí conmovida y agradecida por la previsión y atención al detalle de Omer, que tuvo el gesto de proporcionarle un cojín y un reposapiés a mi madre para que pudiera viajar con mayor comodidad en su minivan Mercedes.
El atento servicio de nuestro chofer fue uno de los aspectos más destacados de nuestro viaje. Nos recogía todas las mañanas en el Fairmont Grand Hotel de Ginebra y nos devolvía sanos y salvos por la tarde. Incluso mis padres, que en un principio pensé que optaría por quedarse disfrutando de las comodidades del hotel, prefirió acompañarnos y explorar la ciudad y sus alrededores, cautivada por las explicaciones de Omer sobre su historia y cultura.
En nuestro último día, Omer nos sorprendió con una caja de bombones Philippe Pascoët, una dulce muestra de agradecimiento para que nos lleváramos de regreso a Estocolmo. Antes de despedirnos en el aeropuerto, sonrió amablemente y nos dijo que estaría encantado de recibirnos de nuevo en Ginebra, ya que una semana no era tiempo suficiente para descubrir todas las joyas ocultas que la ciudad tenía por ofrecer.
Gracias al servicio y la calidez genuina de Omer, nuestras vacaciones en Suiza superaron todas las expectativas. Fue un viaje que dejó recuerdos imborrables, además de un profundo agradecimiento a nuestro chofer por las experiencias que nos ayudó a crear.
«Para un chófer, cada viaje es un lienzo, pintado con mimo y esmero, en el que perduran recuerdos entrañables hasta mucho después de que el viaje termine».