En otoño de 2022, mis tres socios y yo viajamos a Catania para supervisar nuestras tiendas de souvenirs en costa oriental de Sicilia, así como para planificar la siguiente temporada turística. Nos planteábamos un día repleto de reuniones, y a continuación una relajante cena junto al mar y una estancia en el hotel Romano Palace, uno de nuestros favoritos en la zona. Massimiliano, nuestro chofer, nos recibió en el aeropuerto de Catania con una brillante furgoneta Mercedes, algo a destacar dada la capa de ceniza que cubría calles y vehículos por la reciente erupción del Etna.
Al comenzar la ruta, le pedí a Massimiliano que reservara mesa en el Ristorante Sicilia de Bocca alla Marina a mediodía, y me aseguró que se encargaría de todo. La mañana transcurrió en suspiro, entre reunión y reunión, y antes de que nos diéramos cuenta, los cuatro estábamos disfrutando de una deliciosa comida y decidiendo dónde iríamos a cenar por la noche.

Sin embargo, cuando Massimiliano nos recogió en el restaurante después de comer, nos comentó que la ceniza se estaba espesando, y sospechaba que eso podría provocar el cierre del aeropuerto. Y, aunque no había aviso oficial por parte de las autoridades, mi instinto me impulsó a confiar en su experiencia, y decidí que era mejor volver a Milán esa misma noche en vez de al día siguiente.
Cuando terminamos la última reunión de la tarde, Massimiliano me confirmó que, siguiendo mi petición, había logrado cancelar sin gastos nuestras habitaciones en el hotel. Al mismo tiempo, mi secretaria Greta me enviaba las nuevas tarjetas de embarque a mi teléfono móvil. Mientras nos dirigíamos al aeropuerto, pude observar que, en efecto, el aire se había espesado de manera notable, y los noticiarios ya advertían de posibles cancelaciones. Gracias a la previsión de Massimiliano, logramos salir justo a tiempo, evitando por los pelos el cierre del aeropuerto. Muchos otros pasajeros no tuvieron tanta suerte y se quedaron sin poder volar.
Cuando aterrizamos en Malpensa supimos que nuestro vuelo había sido el último en despegar antes del cierre. Desde aquel día, cada vez que viajo a Catania recuerdo dos cosas: ¡nunca subestimes el poder de un volcán, ni la experiencia de un chofer eficaz!

«Como chofer, mi objetivo consiste en garantizar la seguridad y la comodidad de los pasajeros. Confío en mi experiencia para asesorarles y ayudarles a evitar retrasos y contratiempos».