Me jubilé el año pasado después de 40 años como propietario de un restaurante en Puerto Vallarta, México. Como regalo de jubilación, mi mujer Mariana, mi cuñado Gustavo, su mujer Carmen y yo decidimos embarcarnos en un viaje por carretera a través de California. Uno de los días lo dedicamos a catas privadas de vino en el valle de Napa, conocido por sus exclusivas bodegas y algunos de los mejores vinos de Norteamérica.
Cata de vinos en el valle de Napa
Contratamos a Alexander, uno de los chóferes de Drivania en la zona, para que nos hiciera de guía en su flamante Lincoln Navigator. Habiendo utilizado con frecuencia los servicios de la empresa en Puerto Vallarta para excursiones privadas y también alguna reunión de negocios con mis proveedores, confiaba plenamente en su alto nivel de servicio en otros destinos.
El día empezó sin contratiempos y, al subir al auto de Alexander, éste nos brindó una cálida bienvenida. Aunque ya habíamos planificado nuestro itinerario, nuestro chofer, como experto local, nos confirmó que los lugares que habíamos elegido eran, efectivamente, las mejores bodegas de la zona.
Bodegas Stag’s Leap
Nuestra primera escala fue en las renombradas bodegas Stag’s Leap, donde recorrimos el vasto viñedo, inmersos en la vegetación exuberante y acompañados por el susurro suave de las hojas. Degustamos un chardonnay acompañado de brie cremoso, donde las notas cítricas del vino se mezclaban armónicamente con la textura suave del queso. El vino era vibrante y lleno de vida, una mezcla de manzana verde, limón picante, melón crujiente, con toques de vainilla y las especias cálidas de los postres navideños, rematado con un sutil toque ahumado y un final mineral duradero. Simplemente sublime.
La atmósfera pintoresca de las bodegas Stag’s Leap Wine elevó nuestra experiencia, haciéndonos sentir en un tranquilo oasis de belleza y paz. La combinación del vino excepcional, el queso delicioso y el paisaje impresionante nos llenó de una profunda alegría y el anhelo de disfrutar el resto de las aventuras del día en el Valle de Napa.
Viñedos Beringer
Con una discreción impecable, Alexander nos permitió vivir plenamente el momento mientras nos dirigíamos hacia los viñedos Beringer, una joya arquitectónica con su histórica Rhine House. Allí, deleitándonos con su Cabernet Sauvignon «Reserva Privada» 2020 y un bocado de queso gouda añejo, nos asombramos ante la majestuosidad de la bodega. Este vino, una elegante mezcla de Cabernet, desplegaba aromas florales y de bayas oscuras. Su paladar exuberante presentaba arándanos maduros, moras y un conjunto de especias, con taninos finos y madera bien integrada, culminando en un final largo y seductor.
La atmósfera de los viñedos Beringer irradiaba sofisticación y elegancia, y nos dejamos cautivar por su entorno. El encanto histórico de la bodega y su entorno exuberante nos hizo sentir parte de una tradición eterna, y valoramos el cuidado en los detalles tanto en la elaboración del vino como en la experiencia.
Bodega Opus One
Continuando en la bodega Opus One, quedamos maravillados con su mezcla de Burdeos. Al probar un Merlot junto a un intenso queso roquefort, la textura suave del vino y sus complejas notas deleitaron nuestro paladar, mientras nuestro anfitrión compartía historias sobre el arte vinícola.
Nuestra visita a las bodegas Opus One nos sumergió en un mundo de arte y lujo. Participamos en una experiencia de cata llamada «El arte de la mesa», que comenzaba con un recorrido detallado por la bodega y sus jardines, culminando en una exquisita degustación de platos maridados expertamente con sus vinos, creando una experiencia envolvente y memorable. Nos sentimos refinados, encantados y profundamente impresionados por el vino, el queso y el ambiente, convirtiéndose en uno de los puntos culminantes de nuestro viaje vinícola por el Valle de Napa.
Viñedos Joseph Phelps
Durante el día, la visita a los viñedos Joseph Phelps nos cautivó con su mezcla Insignia, una fusión delicada de aromas florales y tabaco con frutas negras, especias y notas sutiles de madera. También nos encantó su vibrante Freestone Pinot Noir, un vino excepcionalmente expresivo que iniciaba con una notable presencia mineral complementada con hierbas silvestres, un toque salino, matices terrosos y moras frescas del bosque. Elegante y estimulante, con taninos suaves que ofrecían un final delicado y sutil.
Domaine Carneros
Nuestra última parada fue en Domaine Carneros, un paraíso de vinos espumosos con vistas al valle. Alexander, siempre atento a nuestro bienestar, aseguró que tuviéramos tiempo para disfrutar cada momento sin apuros. Con un brut fresco y un suave camembert, nos deleitamos en la efervescencia del entorno. Un rosado fino que presentaba una intrigante mezcla de notas terrosas de corteza de parmigiano y una destacada presencia alcohólica, creando un aroma envolvente. A pesar de su acidez elevada y burbujas refrescantes, el vino se mantenía persistente en el paladar, como todo un «chispeante americano» de calidad.
Enoturismo en el valle de Napa
A lo largo del día, el paisaje dibujó un vívido telón de fondo para nuestro viaje. Los viñedos se extendían hasta donde alcanzaba la vista, con filas de vides meciéndose suavemente con la brisa. El sol dorado bañaba el valle con un cálido resplandor, iluminando colinas y valles en una impresionante muestra de belleza natural.
Al concluir nuestra odisea de 10 horas, teníamos la certeza de haber degustado los mejores vinos y quesos del Valle de Napa. Alexander, nuestro chofer discreto, había orquestado el día con una mezcla perfecta de eficiencia y empatía, personificando los valores fundamentales de Drivania.
Al despedirnos del Valle de Napa, comprendimos que el viaje había superado el mero transporte. Drivania no nos había ofrecido simplemente una excursión, sino tiempo valiosamente aprovechado, recuerdos entrañables y una historia para recordar. En la tranquila elegancia del Lincoln Navigator negro de Alexander, fuimos los protagonistas de una experiencia duradera e inolvidable.