Acudir a la ceremonia de graduación en Harvard de nuestra hija Linda, en la que daría un discurso como mejor estudiante de su promoción, fue un momento de orgullo para nuestra familia. Viajé con mi mujer Susan y nuestro hijo pequeño Simon, en su último año de instituto y con la vista puesta en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. No quería que nada nos distrajera de una ocasión tan especial, y volamos todos juntos desde el aeropuerto de La Guardia hasta Boston, donde ya había gestionado que un chofer nos acompañara durante toda nuestra estancia en la ciudad.
Fabio nos dio una cálida bienvenida en el aeropuerto de Boston y nos condujo hasta el campus de Harvard en su espacioso Lincoln Navigator. Nos sentíamos cómodos y confiados ante el gran día de Linda. Pero, durante el trayecto, Simon se dio cuenta de que la bonita bolsa en la que llevábamos la pluma con inscripciones doradas que pensábamos regalar a Linda se había dañado durante el vuelo. Le pedí ayuda a Fabio, que enseguida nos tranquilizó al decirnos que conocía el lugar perfecto para conseguir una bolsa de regalo de repuesto. Nos aseguró que iría a buscarla mientras nosotros estábamos en la ceremonia de graduación.
Una vez en el campus ocupamos nuestros asientos. Desde nuestra posición privilegiada escuchamos con atención el conmovedor y elocuente discurso de nuestro hija acerca del valor de la confianza y el compromiso. Fabio regresó antes de que terminara la ceremonia y me entregó una elegante bolsa en la que pude guardar el regalo de Linda, y que era perfecta para la ocasión. A continuación, nuestro chofer se retiró y esperó discretamente en un segundo plano hasta que llegara el momento de partir.
Aquella noche continuamos la celebración con una extraordinaria cena en O-ya, un exclusivo restaurante japonés en el centro de Boston. Por la mañana Fabio nos llevó de vuelta al aeropuerto. Su ayuda y dedicación durante una ocasión tan especial e importante habían resultado inestimables. Y, tras agradecerle su servicio y despedirme de él, reflexioné sobre lo bien que había representado los mismos valores de los que habló Linda durante su discurso.
«Fue un honor apoyar a esta familia en su momento de mayor orgullo. Garantizar que el día transcurriera sin contratiempos hizo que el esfuerzo mereciera la pena».