Con las vacaciones de Navidad a la vuelta de la esquina, tuve que hacer un viaje de última hora a nuestra sede de Boston. El viaje transcurrió sin contratiempos, y a mi llegada al aeropuerto internacional de Boston me esperaba Adil portando un cartel con el logotipo de mi empresa. Sus modales eran impecables y el Volvo S90 que conducía estaba en perfectas condiciones. Mientras nos dirigíamos al hotel Ritz-Carlton, empezó a nevar suavemente, lo cual hizo aflorar una sonrisa a mi rostro.
A la mañana siguiente, al bajar al vestíbulo del hotel, Adil ya estaba preparado para llevarme a la oficina. Había continuado nevando durante toda la noche, creando una bonita estampa, pero al mismo tiempo generando cierta incertidumbre por la meteorología. Mi día estaba repleto de reuniones, y no pude evitar fijarme en la nieve que se acumulaba en el exterior.

Cuando terminó mi última reunión, Adil condujo con habilidad por las congestionadas calles de Boston para llevarme de vuelta al aeropuerto. Le expliqué que estaba impaciente por regresar a casa y celebrar la Navidad con mi familia, sin ser consciente todavía de lo que se avecinaba.
Al llegar al aeropuerto me quedé momentáneamente sorprendida al ver que mi vuelo se había cancelado debido al mal tiempo, y que además parecía probable que el aeropuerto tuviera que cerrar en breve debido a la nieve acumulada en la pista. Pero sin tener ni siquiera tiempo para preocuparme, reapareció Adil, que había estado esperando fuera hasta asegurarse de que podía embarcar sin problemas. Al enterarse de mi situación, y sin pensarlo dos veces, se ofreció a llevarme en coche hasta Nueva York, en un viaje de cuatro horas, para que pudiera tomar otro vuelo.
Su rapidez de acción, así como su predisposición a ayudar, fueron de gran ayuda. Además, me dio un cojín para que pudiera estirarme y descansar cómodamente durante el trayecto. El Departamento de Viajes de mi empresa reservó un nuevo billete y yo pude relajarme a sabiendas de que estaba en buenas manos. Adil me despertó con música relajante new age cuando estábamos en las cercanías del aeropuerto JFK, y así fue como, gracias a la dedicación de mi chofer, pude finalmente volar y llegar a casa a tiempo para celebrar la Navidad.

«Me apasiona ayudar a mis pasajeros en todo lo que pueda. Esforzarme para asegurar un viaje seguro y puntual me permite marcar la diferencia en cada trayecto».