Al aterrizar en el aeropuerto londinense de Heathrow, una sensación de inquietud flotaba en el aire. Durante el roadshow de nuestra empresa me aguardaban cuatro reuniones con inversores, de cuyo resultado podría depender nuestro futuro. Aldin, nos recibió con una cálida sonrisa. Su tranquilizadora presencia y su conducción suave nos permitieron preparar la reunión con calma, navegando sin esfuerzo por las bulliciosas calles de Londres hasta llegar con tiempo a nuestra primera parada.
Cuando nos acercábamos al lugar de la reunión, nos sugirió hacer una parada rápida en una cafetería cercana. El aroma del café recién hecho impregnaba el ambiente y, en medio del frío ambiente londinense, el calor de la taza en mis manos me reconfortó. El atento gesto de Aldin me permitió ordenar mis pensamientos antes de afrontar los retos del día.

Reflexionando sobre mis frecuentes visitas a Londres, siempre por negocios y nunca por placer, compartí mis pensamientos con él. En respuesta, me instó a considerar una escapada de fin de semana para mi próxima visita, y prometió, de hacerse realidad, mostrarme las maravillas ocultas de la ciudad.
La mañana transcurrió sin sobresaltos, y mi confianza aumentaba a medida que terminaba cada reunión. Las nubes en el cielo londinense se dispersaron y finalmente el sol iluminó la ciudad, llenándome de optimismo. En mi última cita, que concluyó antes de lo esperado, logré firmar un acuerdo prometedor.
Llegué al aeropuerto de Gatwick inmerso en ideas, con que me despedí de Aldin con aire distraído. Al dirigirme a la puerta de entrada, oí su voz desde atrás advirtiéndome de que me había dejado las gafas de sol en el vehículo. Le agradecí sinceramente que comprobara los asientos antes de partir. La amabilidad y consideración de Aldin habían convertido un simple momento rutinario en una muestra detallada de servicio y hospitalidad.

«El tiempo es esencial para los viajeros de empresa. Por eso, me aseguro de que el trayecto entre reuniones transcurra sin problemas, anticipándome al tráfico y los horarios de mis pasajeros».